lunes, 18 de agosto de 2008

Aquí no nos morimos de hambre


Si uno no quiere claro.
Normalmente el principal problema, quitando lo caro que resultan los ingredientes, es la falta de conocimientos y de destreza en la cocina para comer bien. Pero claro, cuando uno mira a su nevera y su cajón y solo ve todo lo fácil algo por dentro se niega a vivir a base de arroz y pasta.
Y entonces sale la vena culinaria, con alguna consulta a recetas on line, y unas ganas de poder decir hoy me he puesto las botas y me he sentado en la mesa como dios manda.
Después de eso, una tiene energías para pasearse por los parajes que la ciudad de Bergen tiene al lado de casa, una mini playa, una gran explanada de cesped, mar y unas vistas increíbles.
Cuando el sol ya se debilita y empieza a hacer frío es la hora de volver pero antes que meterse en la habitación a esperar el nuevo día, buena idea era irse a un concierto de pqueños grupitos noruegos con aires de rock y pop.
Y al volver, a actualizar la jornada, vaso de leche y a dormir, porque mañana ya nadie se salva, mañana hay que madrugar, empieza la vida normal, aunque en un sitio donde no hay fregonas ni donuts, nada puede ser normal.

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