martes, 14 de mayo de 2013

Ojo avizor

Adrián dice que el amor no se busca. El amor te pasa. Y cuando me miró a los ojos pareció encontrarlo. Empezó a gritar con su acento argentino:
- Che! Esto que te está pasando es maravilloso.
Me dijo que a veces piensa en la gente que deja este mundo sin haber amado.
Nada dice de ser amado.
En mi caso es algo que he dejado de darle respuesta. Yo creo más en los actos que en las sensaciones. Las sensaciones siempre se las dejo a la literatura y a la letra de las canciones que componemos. Es ahí donde tienen magia. En el resto, las palabras solo son un discurso vacío si no acompañan tus pasos.
Yo estoy enamorada. Y no me importa reconocerlo. Y lo sé porque nunca he estado sobre lo mismo tanto tiempo. He vivido la obsesión, el cariño, el afecto, el aprecio, el capricho, la amistad, y creerme,  se diferenciarlo ahora. Y Adrián lo ha cazado en mis ojos. Me insiste:
- No tengas miedo, si es de verdad, espéralo, pero no mucho.
Sin embargo en esa espera últimamente solo lloro. Y quiero dejar de llorar. Claro que a día de hoy dejar de llorar significa más haberle perdido.
Poco más creo que hace falta en esta vida que un amor seguro, pero seguro solo tenemos nuestras sensaciones, y si no las hacemos caso, y yo las llevo a la literatura, entonces solo queda una de las cosas que dijo Adrián.
-Esperemos que no sea tonto.

lunes, 6 de mayo de 2013

El límite del final

Corría una brisa en el límite entre el frío y la normalidad. John se había subido la cremallera del forro polar antes de sentir el frío en las mejillas. Se sentó en la piedra de todos los días. Una piedra encima de las cuevas que escupían la orilla de la playa de piedras.

En sus manos desdobló el diminuto papel arrugado con la nota de Mary. Sólo la luna iluminaba las letras en cursiva. Era de noche, invierno en el Cabo de Gata, y la luna estaba más gorda que nunca, como si tuviese los ojos abiertos como platos para poder leer.

John ya sabía el porqué de esa nota. Mary solía tender a decir las cosas con la música y la literatura. Esta vez eligió los versos de un libro que hacia unos años John le había recomendado. Siempre le advertía de que todo estaba inventado.

"Nunca vas a sentirte diferente a alguien que ya sintió lo mismo y además lo escribió" - le decía Mary.

En el fondo John siempre pensó que Mary le reprochaba su amor. Ella quería que fuera perfecto. El sencillamente no sabía quien era. Y allí tenía esas líneas de aquel libro, que contenía sin saber, el resumen de su historia:

" No estas viendo,
que al quererte como loca,
desde el alma hasta la boca,
Se me vuelca el corazón."

No era una pregunta, al menos no en el texto. Quizá allí arriba se daba en cuenta entonces que si tampoco fue capaz de precisar lo que Mary podía querer decir, entonces no la conocía tanto.

Fueron tres años. Dos de ellos negando que sus corazones no podían vivir solos. Pero en aquella playa a veces la soledad encontrada en los parajes naturales parecen ser suficientes.

Mary tenía una parte de su independencia apegada a la vida de John. Se encontró con sus ojos más tarde que ella, y sin saber muy bien lo que hacía, decidió cerrarlos para olvidarse de un mundo al que le tenía miedo. Con Mary aprendió a vivir al límite el amor. Y Mary aprendió otra forma de vivir, que siempre sintió ajena a lo que pensaba que podría ser. Jamás intento cambiar a John, se enamoró de el al mismo tiempo que el se dejaba enamorar. Porque ese era el problema. Nunca supo si era amor, o el acto reflejo de corresponder a alguien que se lo merece más que nadie.

La otra opción era estar sólo. Subirse a una piedra todos los días encontrando una respuesta de cual es el siguiente destino. Mary buscaba en los ojos de John. John buscaba en un horizonte. Una fina línea de lo inalcanzable. Se alejaba de Mary. 

Le amaba desde el alma hasta la boca. Siempre lo supo. Y ahora arrugaba la nota en cursiva de Mary, pensando en sí debió escribir lo él le dijo a ella, para que pudiera entenderlo en el futuro:

" Lo justo de rehacer una vida...
Es haberla perdido una vez.
Espero que esto duela suficiente,
Para poder besarnos de nuevo, desde el alma hasta la boca."