lunes, 26 de diciembre de 2011

Como por arte de magia


El escenario brillaba interrumpido por las sombras de los protagonistas de esa noche, que iban tomando asiento, uno por uno. Los músicos afinaban sus instrumentos. Los cantantes carraspeaban por última vez y repasaban las letras en su cabeza. Los coros miraban alrededor, los niños encendían sus velas. Living Water se erguía como nunca antes lo había hecho, esperando estar a la altura de una mujer que es capaz de mirar a todas partes, de marcar el compás, indicar las entradas y ademas se permite el lujo de cerrar los ojos para poder disfrutar del sonido.

Fue más de lo que espérabamos. Una formación de personas que nada tienen que ver unos con otros, apenas han ensayado juntos, apenas han podido complementarse y sin embargo, todo salió espectacular.

Todo el mundo disfrutó de lo que pasó en el Auditorio Nacional y por eso consiguieron dar lo que el público vino a buscar: música, complicidad y algo nuevo en sus vidas.

Una sensación recíproca, que como otras cosas en la vida, pocas veces ocurre, si no es por un buen trabajo en equipo, y el buen hacer de las personas.

Gracias por la experiencia.

lunes, 3 de octubre de 2011

Lo que ocurre antes de las 12

Hay cosas buenas en el día que te incentivan a seguir haciendo durante el día:
El vicio de las compras compulsivas, del quiero esto, quiero lo otro, pero que por una vez en la vida ese dinero que te gastas en tus vicios vaya a una causa buena, es gratificante.
Observar a los maniáticos del orden, y querer que se nos pegue algo, aunque solo sea por observarlo durante unos segundos que dura, es gratificante.
Reciclar papel, de toda la mierda que acumulas y que recuperas solo cuando ordenar te hace ser consciente, es gratificante.

Pero hoy sin duda hay dos cosas que antes de las 12 han sido geniales:

- Las entrevistas se han resuelto en menos de media hora un lunes!!!!
- Y hay guisantes con jamón para comeeeeeerrr!!!!

SIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII

miércoles, 21 de septiembre de 2011

A partes iguales

Avanzaba por las escaleras torpe, con la mirada perdida, los ojos hinchados y las mejillas tirantes de las lágrimas que se habían secado a la fuerza. Miraba hacia todos los lados, controlando que nadie me mirase y no llamase mucho la atención el hecho, de que no era feliz.

He leído en una parte, que así era la vida. Con golpes, con errores, con historias que no tienen un final feliz. He visto que era cierto en las historias que mis ojos captaban. Solo me faltaba vivirlo.

No he sacado nada de ello. Solo darle la razón a aquello de que no sabemos lo que tenemos hasta que lo hemos perdido. Y tenemos que perderlo de verdad para aprender la lección. Después poco importan las lágrimas. Solo está alargando un trance que podría durar menos. Pero los ojos captan y los ojos derraman, a partes iguales.

Me temblaban las manos, como cuando me temblaron las piernas bajando las escaleras. Ahora subía unas escaleras, distintas, que no crujían como las otras, pero era difícil avanzar, como si todas las escaleras, de subida o de bajada se hubieran puesto de acuerdo, y me hubieran atrapado, a partes iguales.

domingo, 18 de septiembre de 2011

Recuerdo

Se te mete en las entrañas. No hay forma de sacarlo cuando está tan dentro. Supongo que algunos lo habréis experimentado. Yo no recordaba que fuera así, porque no estoy segura de haber tenido nunca nada parecido. Pero si te ocurre y te gustó, y no hay nada igual, es difícil olvidarlo.
Uno se fustiga a sí mismo pensando que nunca encontrará nada igual. No es cosa del momento. Nadie se conoce a sí mismo como... uno mismo. Y se que es dramático, pero no volverá a ocurrir porque estas cosas no ocurren muchas veces.
A mí no me ocurren muchas veces. Y después de ese momento viene el siguiente, el de perder la cabeza, el abandono. Porque nada vuelve a su lugar y el recuerdo nos perfora la mente.
Se te mete en las entrañas y no hay forma de sacarlo cuando está tan dentro.

jueves, 15 de septiembre de 2011

Detestable

"Tenía ambiciones, pero no cumplió ninguna. Y como tantos padres que no logran alcanzar sus sueños, proyectó sobre uno de sus hijos los deseos insatisfechos, la ambición, la obsesión por el ascenso social."

José Ovejero sobre Karl May - Escritores Delincuentes-

miércoles, 14 de septiembre de 2011

Una noche triste

Una noche triste, con luz indirecta, el brillo de un guante de diamantes, la sonrisa de unos labios de madera rojos, y unos ojos penetrantes en la imaginación.
Lo que más duele en noches como esta es que todo pertenezca precisamente a la imaginación, a que un objeto cotidiano se convierta en una constante llamada del recuerdo. Dicen que aunque todo nos recuerde a lo mismo, no es el todo el que nos recuerda, sino nuestra cabeza obsesionada, que hace que cada detalle sea más visible.
Nos volvemos reflexivos, las canciones que cantamos por un momento solo nos hacen llorar, el silencio se vuelve el peor enemigo, y los olores que creemos que olemos ya no están en el ambiente, sino que se nos han metido en el alma.
En una noche triste solo piensas, que sus labios son los que mejor sabían, sus manos las que mejor tocaban, y sus palabras, las que más dolían, pero quizá es el error de sentirlo así. Y las noches son tristes cuando reconocemos los errores. Los nuestros, los ajenos, y no paramos de llorar, preguntándonos si tendríamos que hacer algo al respecto.
Una noche triste, en la que uno se acuesta sin llegar a ninguna conclusión. Y eso hace que sea aún más triste. Si cabe.

domingo, 11 de septiembre de 2011

When you don't decide anyting at all

There's a fresh air in town, but still, it's nice for everybody to have some fresh air since they don't remember when.
But not for you
today the pain is freezing your bones,
and the air is taking away your own.
I wish I could be fine,
I could say everything happens for a reason.

But today nothing was having any sense, and I just have to walk, hoping the grass to be dry and my step powerful.
And that makes the day very hard to be understood. No matter what people say about today, it doesn't matter if it's sunny for a reason, or raining for some other reason. Today I am about to be sad, and no matter where the world wants to move today.

When you don't decide anything at all, what words would come to your mouth about the day? Just go on. And see you tomorrow.

viernes, 5 de agosto de 2011

La Medina


Se acumula la suciedad en lo que no son esquinas.
Se acumula la mierda en mitad de la vida.
Las moscas bailan alrededor del hojaldre y de la carne que hay hoy para comer.
Un niño te vende un collar sin saber ni él mismo cuánto vale.
Vale lo que sus ojos te piden.
Un trozo de pan, un trago de cocacola, una sonrisa cuando gritan Real Madrid, aunque seamos rivales. 200 dirhams, 20 ó 10... realmente no le interesan los números, sino lo que puede comprar con ellos.
La medina acumula pobreza, mal olor, fuego en la cara, y piel seca.
Y odio decirlo, pero es bastante deprimente que te preocupe si el bolso de cuero que compraste ayer combina con tus zapatos de las rebajas de Zara.
Podrías compartir mi odio, y odiarte a ti misma. O al menos sentir vergüenza, porque francamente, eso de allí es otro mundo, y no creo que sepa que el naranja no combina con el rosa.
Pero claro, no nos podemos sentir mal todo el tiempo.
Por eso el otro lado de la muralla parece normal.
O los que no conocéis la pobreza llamáis con ese nombre.
Compra ese collar que te combine con el bolso y verás que ese niño tiene un trozo más de pan para rellenar la camiseta que combina con el resto de los rincones de la ciudad, sucia, gris y rojiza.

Foto: Rafael Noe

lunes, 18 de julio de 2011

Tengo un minuto

Tengo un minuto, para reflexionar libremente.
Bajo esta presión casi no puedo pensar cómo usarlo.
En un minuto podría desechar todas las cosas que me hacen daño,
escuchar unas palabras que aunque duelen, sean ciertas,
e ir dejando migas de pan por el camino,
para que los que me sigan detrás,
sepan el camino correcto desde un principio.
A mí me enseñaron algunas cosas,
y debo aspirar a que, por poco que sea,
otros aprendan de mí.
O que sonrían.
Un minuto es suficiente para sonreír.

jueves, 14 de julio de 2011

Hablemos del tiempo

Durante un segundo, el tiempo se para a escuchar los murmullos que hablan sobre él.
Y la decepción que le provoca tu corazón, que suena por encima de mis palabras.
No puede escuchar lo que te digo al oído. Y menos cuando son mis poros los que hablan a tu piel.
Precisamente inventamos ese lenguaje para que el silencio no pudiera meterse en nuestros asuntos del alma. Y que el tiempo no pudiera ser cómplice del silencio, ni de nuestras palabras de amor.
Mis lágrimas son su única pista de que algo no va como debería. Y aún así no se acerca a descifrar si es alegría o tristeza, cuando el sol vuelve a salir por la rendija del hueco en la ventana al día siguiente.
No entiende el tiempo, que aunque corra más deprisa, como las arritmias de tu corazón, no consigue que hablemos más deprisa, ni más alto. Ni de ninguna otra manera a como lo hacemos ahora. Hablando del tiempo, breve, intenso, estático en los momentos en que mis ojos creen entender lo que les dicen a los míos.
El tiempo espera impaciente, a que hablemos del tiempo, y de los besos que nos damos en ese momento récord. Pero los besos son algo de lo que el tiempo no entiende.

lunes, 11 de julio de 2011

Un libro pequeño

Me encantan los libros delgados. No discrimino 500 páginas. Pero me gusta más agarrar con firmeza uno de 140. Casi nos podemos creer que en muchas menos hojas nos van a contar mucho más, que el autor no tendrá tanto espacio para divagar, y que además le hará un favor a la naturaleza, no desperdiciando tantas hojas para tan a veces dudosa calidad.
Me canso de bestsellers y de historias repetitivas, de análisis sin visión, y de experiencias personales demasiado generalizadas. Puede que me sienta atraída por la delgadez de una hoja, en mi ilusión a que los libros pequeños, tengan mucho más que aportar, y menos tiempo que ocuparme, para que lo bueno se genere rápido, y lo malo se acabe con la misma agilidad.

jueves, 23 de junio de 2011

cinco metros

Anduve cien veces por el mismo camino.
Desde que lo encontré supe que iba a ser mi lugar para estar sola.
Para llorar y que mis lágrimas golpeasen el mar.
Para alegrarme sin respeto del fracaso del que se me cruzase.
Para mojar mis pies y congelarme al instante.
Para mirar a un sol que no me cegaba.
Y en definitiva para pensar.
Para escuchar.
Y dejar de hablar.
Solo caminar cinco metros, de esquina a esquina, en una orilla, apartando la escarcha, en una playa nublada.
El sitio perfecto para poder mirar las nubes y reflexionar desde una mente despejada.

miércoles, 22 de junio de 2011

Largo es el necio



Larga es la noche para el que yace despierto; larga es la milla para el que va cansado; larga es la vida para el necio que no conoce la verdadera ley.

martes, 21 de junio de 2011

Un beso en el aire



Un conductor de metro ha lanzado un beso a la señora de la mopa que se paseaba de esquina a esquina limpiando los andenes que nunca descansan de las pisadas de nosotros, los viajeros.

El día probablemente desde ese momento me ha parecido entrañable, a pesar de que muchas cosas puedan estropearlo.

No obstante tengo varios recuerdos que me sirven de excusa para devolverme a mí misma la sonrisa.

Hoy hace un calor sofocante, no corre el aire, cuando lo hace es como un azote de fuego, pero gracias a mis recuerdos, me remonto a primera hora de la mañana: 7:45 y miro a la derecha para encender la luz.

Y veo a un mini Michael con boquita de pichón, que le da un soplo de aire fresco al día, y me apropio de los besos en el aire que vinieron a continuación, porque oye, a mí también me hacían falta, y sé que de haber estado Michael en un tren, él también me los habría lanzado.

martes, 7 de junio de 2011

Crédito

No estoy segura de que las personas que dicen poder hacer cosas, puedan hacerlas realmente, deberían dedicarse a hacerlas en vez de decir que las podrían hacer pero mírales donde están.
Con el pantalón apretado, la camisa reventona y un mal humor general, hablando de la juventud de los demás, abusando de estatura y sin embargo pequeño, con los ojos cerrados y casi chepa.

Enfrascado en amenazas y el discurso de la rutina, menospreciando el trabajo de los demás y valorando sólo aquello que es artístico solo si se es protagonista.
No me gusta ese perfil. Y no me creo nada de nada. Nunca me he considerado tonta como para pensar que mi formación es más pobre o incorrecta. No se aprende de los años sino de las experiencias y la manera de afrontar los pequeños obstáculos.

Recuerdo cuando llegué al segundo ciclo de la carrera. Una clase inmensa, mi primer contacto con la universidad pública. Muchos grupitos ya hechos, y mucha gente subestimando a la niña que llegaba de una privada. ¡Qué mamones!

Panorama propicio para conocer y calar a la gente directamente.
Me condenó un poco una persona que conocía de un día, me sentí obligada a meterme en grupos de trabajo. Resultó ser un grupo agobiante. Hablaban del tono de voz de uno, de las greñas del otro, del culo de la pelandrusca, del collar de la repipi, de las actividades callejeras del rapero...
Es decir, un montón de personas que nunca pude conocer porque solo hablaban de otras personas y mal, muy mal.

Al final terminé sumergida en el trabajo y los libros, uno de ellos "Las benévolas", Les Bienvellantes en francés, 1000 páginas de malas intenciones donde las haya, de odio holocáustico, o sea que con la historia ya tenía suficiente como para experimentarlo en el soporte realidad.

Terminé yéndome a otro país, donde viví un Big Brother que real o no, al menos hizo que me lo creyera, que de eso se trata.
Sea verdad o sea mentira, que al menos me engañen, y me lo crea.

lunes, 6 de junio de 2011

Unas gotas de lluvia


La ciudad no había abierto los ojos del todo.
Tenía un sonido contaminado de lamentos y enfados.
Lloraba de rabia contenida, y las gotas me caían a mí en la espalda, maldiciendo la tristeza y la ironía de la duda mal expresada, de las palabras que apuñalan, y esas gotas mojando mientras las aceras salpicaban a mi paso diciéndome alguna cosa mal pronunciada.
Si algo podía salir mal, el tiempo no haría más que resaltarlo.
Y cuando conseguí meterme en un autobús, con el paraguas continuamente salpicándome los calcetines, para que no olvidara la humedad, me preguntaba cuántas personas podrían tener un mal día e intentaban encerrar sus experiencias en esas gotas de lluvia concentradas en un cristal sin parabrisas, tal y como estaba haciendo yo.

Resulta que en una gota diminuta de lluvia, puedes ver la imagen que refleja pero justamente al revés. En ese momento pensé que quizá el agua no era mi mejor amiga. Y la pena del cielo, y la ciudad con su rabia, me estaba calando, y nunca mejor dicho, hasta los huesos.

domingo, 5 de junio de 2011

Presente

No quiero pensar porque no quiero que el dolor del corazón se una al dolor del pensamiento.

jueves, 2 de junio de 2011

Aire e insinuación


Me calcé unos zapatos que no me identificaban. Aguanté con ellos mucho tiempo. Más del que hubiera deseado. Pero claro, estaba monísima, interesantísima, y brillaba como una estrella. Cuando me lo permitían.
Porque a veces el dolor me hacía cambiar el gesto, y no hay peor mal que un dolor de pies. A mí empezó a dolerme todo. La espalda, la cadera, la cintura, la cabeza...
Y la paciencia. Sobre todo ella. Tan frágil y tan blanca, llena de aire e insinuación.

Los zapatos me estaban cambiando la paciencia, o vete a saber si fue la madurez que hay en el fondo de una adolescente haciéndose mujer. Que sabe por dónde sacar todo su potencial sin necesidad de esos zapatos que en ocasiones no hay derecho ni deber de aguantarlos.

Después de una charla con el silencio, intensa, que por momentos casi me gana, tome la decisión que entre dolor y alma de las cosas bien hechas, llegó a una conclusión, de la que hoy no, pero mañana estaré orgullosa.

Porque reconozco, que aunque no siempre me haga caso, en muchas cosas tengo razón. Y ayer ví que tenía el cabello más bonito que los pies.

Imagen: Alejandra Abellán

martes, 17 de mayo de 2011

Poder y flaqueza

Le caía el pelo sobre los hombros.
Más ondulado que liso.
Se tapaba el rostro adrede. Hoy no le apetecía saludar al mundo. Pocas veces hablaba con él directamente. Prefería la reflexión y las líneas desiguales de un cuaderno de hojas blancas.
Pasaba las hojas demasiado rápido.
Tan rápido como lo que había vivido.
Tiene 19 años, mañana tendrá 20. Y a pesar de ello su mirada refleja la tristeza de un alma encerrada en un mundo demasiado pequeño, demasiado agresivo, y poco conmovedor.
Disimulaba su desdicha con un vestido negro de flores rosas, unas botas viejas con los cordones desabrochados, y una fina chaqueta, con algún agujero escondido por el paso del tiempo.
Un tiempo que ella permaneció escondida en falsas sábanas de seda, encerrada en la mente de hombres que sujetaban su carne trémula.
Porque la carne no disimula su inseguridad. El alcohol le hizo flaquear en ocasiones. Levantarse sin acordarse si acaso usó un condón, y sin saber el punto exacto de la ciudad donde estaba para partir de nuevo a su casa.
Lo que quizá nadie le pudo arrebatar nunca es su lectura, y la visión del mundo cuando estaba sobria. Nunca escribía aquello que pensaba porque su alma ebria llenaba los renglones de angustia y brillante esperanza que despierta era incapaz de creer.
Esa chica era la persona más inteligente que he conocido.
Un imán de poder sexual, víctima del mundo pequeño donde no cabe, y la flaqueza de la cafeína, la nicotina, y solo Dios sabe cuántas cosas más.
De ojos profundos, en los que apenas se ve nada. Pero un cuaderno, lleno del alter ego que mucha gente no saca.
Porque la lucha entre el poder y la flaqueza, puede destruir la ejecución de un alma prodigiosa.

viernes, 13 de mayo de 2011

Las notas y un mechero


Quiero quemar con mi mechero unos papeles donde alguien había escrito algo relacionado con meditar antes de actuar o con pensar en las consecuencias de implicarse en cualquier historia más de la cuenta.
Creo que el que escribió esas notas no estaba disfrutando al cien por cien de lo que podría tener delante. Aunque solo fueran unos minutos, los perdió escribiendo lo que sería un mensaje de autoconvicción.
Y quiero quemarlos para que de verdad dejen de existir, porque la gente los va leyendo por ahí y creando sus propias ideas a base de las palabras de otros.
Mezclando mensajes de la locura de unos con la cordura de otros, y están creando una papilla de confusión y de críticas que pueden llegar a molestarme.
Yo sé que a la gente le molesta que me sostenga con un simple hilo transparente, un mp4 y un billete de 20 en el bolso. Pero eso es lo que yo necesito cuando voy andando, eso y unas gafas, bien elegidas entre las 5 que tengo, porque yo no llevo notitas que me van diciendo lo que tengo que hacer, bien o mal, en cada momento.
Yo tengo mis ojos, mi intuición, y mi propio cuerpo, que le demanda acción al cerebro.
Asique sí, no fumo, y efectivamente:
El mechero que llevo en el bolso, más que para el incienso de mi casa, es para quemar las dichosas notas que cortan las alas.

viernes, 6 de mayo de 2011

Soberana Intuición

Dos dedos sostienen un cigarro meditado.
Y los oídos alteran el ruido de fondo.
Los ojos se entregan al descanso.
El olfato retiene el olor del sándalo en la piel.
Y la boca traduce lo que la soberana intuición piensa de ese momento.
Y justo así, se convirtió en mágico.

jueves, 28 de abril de 2011

Entre piedras con suela blanda


Un rayo de sol se ha colado por el cristal de la habitación.
Ni me he inmutado porque hace tiempo que duermo con la persiana levantada.
Me gusta que las mañanas me levanten por sí solas, pero cada día convivo mejor con el mundo.
Ni el sol me levanta, ni las piedras me hieren sobre la suela blanda de mis zapatos.
Ya no busco el sonido de las calles, porque prefiero vivir en mi personal sonido de trompetas y tambores.
Hace tres años me llamaron soñadora con ironía. Pero este mundo no está como para tomárselo demasiado en serio, al final por unas cosas o por otras nunca nadie es quien dice ser.
Con el tiempo encuentro que ni yo misma soy quien pensaba ser.
No importa. No soy yo quien tiene que hablar de mí misma.
Una vez, bajo las duras palabras de un catastrófico Ivan Ferreiro, me rompieron el corazón, y desde entonces he roto algunos, he ninguneado y sobre todo, he intentado permanecer fuerte en un mundo que juzga más que duerme. Y que finge más que sueña.
Bajo el piano de Rufus he convertido las experiencias en cuentos con moraleja. La guitarra de Mayer le puso el sol a los inviernos escandinavos.
Y en este teatro del que soy protagonista, han bajado un telón opaco, donde el sol ya no puede colarse en la habitación.
Me he llevado unas piedras, para seguir pisando sobre suela blanda. De alguna manera el dolor es necesario para hacerse más fuerte. Y la insistencia tiene que servir de algo en una vida valiosa, donde siempre pasa lo mismo.

martes, 19 de abril de 2011

Solo es feliz en el sol

Comienza una canción de Ben Harper diciendo que ella sólo es feliz en el sol.
Ben debió ser la noche para ella.
Como la historia de muchas vidas, que viven entre el día y la noche.
Cuando el momento no llega nunca.
Ella esperaba que el hombre que había escogido en su corazón pudiera darle la luz que buscaba, porque ella sólo es feliz en el sol. Y la luna no le alumbraba suficiente.
Supongo que al final, ella se fue a buscar a otra parte, aunque pasó mucho tiempo.
Y cuando por fin parecía ser libre, la voz nocturna irrumpía de nuevo, dando por hecho que ella solo podría ser feliz en el sol.
Le perdió queriéndole. Verle feliz le hacía llorar a aquel hombre.
Y al final, el silencio le puso fin a esa canción.
Cuando se hizo de día.

lunes, 4 de abril de 2011

El amor al revés

Arde Roma.
El amor está apagado.
Los cimientos se resienten como si el seísmo nipón hubiera llegado aquí también.
Son los efectos de la globalización.
Los de luego la llamo o la escribo un whatssup... porque para eso tenemos esas moderneces. Para perder las buenas costumbres.
Por si la pachorra era insuficiente.
Y un "What the fuck" saliendo de mi boca,
con lágrimas que colman un vaso que ya estaba medio lleno, porque ellas lo veían medio vacío.
En mi mundo, ese que construí bajo efectos de la dulce droga, hacíamos las cosas de manera casi instintiva.
No confirmábamos los estados del caralibro para saber que alguien estaba triste, ni los "smilies" del msn para saber que estaba contento.
Bastaba con una simple complicidad natural, y lo que antes llamábamos amor, y que ahora o se confunde o cuesta tanto verlo venir.
Hoy ha sido un día lleno de ambulancias y coches de bomberos.
Quizá se van a Roma.
El amor ya está apagado en este rincón.

domingo, 27 de marzo de 2011

Sobrias palabras


Una mirada lo dice todo.
La gente no lo sabe pero hay ondas en el aire
que me sacuden de arriba a abajo.
Pueden pensar que solo porque no se ven
nadie se va a dar cuenta de que están ahí.
Solo hace falta ser un poco observador
preocuparse la mitad de lo que hablamos en escuchar
cerrar los ojos y pensar
que hay cosas que ocurren
y te las cuentas
y otras que si no las estudias aunque sea unos segundos,
nunca sabes que están ahí.
Y ahí hay de todo.
Todo lo bueno y todo lo malo.
El hombre es un ser tan tierno como despiadado.
Nadie es 100% sincero
la mitad esconden secretos, sabiendo que están ahí
la otra mitad, han conseguido engañarse a sí mismos, y nada de lo que se empeñan en vivir es del todo verdad al fin y al cabo.
Hay amor y hay odio
Cuando no hay ninguna de las dos, hay indiferencia o compasión, ambas totalmente despojadas de autenticidad.
Y me permito este pequeño lujo de decir una cosa
probablemente la única cosa en la que pueda haber una verdad pura:
de todo se aprende
y cuando levantas eres más fuerte
y esas ondas de las que hablo
se perciben en el ambiente.
Para la próxima vez que alguien te pida confianza,
habrán sobrias palabras.

viernes, 25 de marzo de 2011

A little faith

When the road gets dark
And you can no longer see
Just let my love throw a spark
And have a little faith in me

Algunas canciones me hacen soltar una escurridiza lágrima, sin motivo aparente, como si mi mente se tomase las notas de manera personal. Y cada día lo digo más convencida. Un día la música, nos volverá locos a todos. Sin poder remediarlo.

martes, 22 de marzo de 2011

Y yo con estos pelos

Hoy es un día de esos es los que me he puesto unos tacones de los años 20, el maquillaje de los maquilladores, y unos bucles muy graciosos que se pelean por escapar en mis sienes.
Un día como esos no lo tengo todos los días.
Primero porque es el primer día que me he puesto como pretendiendo algo sin pretenderlo, y segundo porque si me lo hubiera pensado dos veces nunca habría dejado secar mi nuevo pelo capeado a la suerte del viento.
Pero hoy, debe ser por la primavera, me ha parecido apropiado que mi bolso no conjunte con los zapatos, que mis rizos parezcan despeinados, que mis labios sean naranjas, color que nunca uso, y que me haya puesto un abrigo de esos que me regala mi abuela en fin de año.
Y todo porque sí.
Porque el día ya empezaba gracioso. He despertado con un buen café, que se convierte en el ritual de mis mañanas. El cartero ha venido a traerme un libro que tenía muchas ganas de leer: W de Wikileaks, sobre el fenómeno de Julian Assange, hombre por el que me siento realmente atraída desde que dijo "disfruto machacando bastardos."
Después frente a todo pronóstico me he enfrentado a una entrevista en la que en vez de preguntarme más bien entrevistaba yo, y entonces he quedado descolocada para el resto de minutos en que le di vueltas.
Ahora aunque me siente, mis ojos no descansan, intentando hacer terrorífico un cartel de película, con tonos mostazas, como mi bolso y como dentro de unas horas, cuando tenga que irme corriendo con el mismo color por cielo y yo, con estos pelos.

jueves, 10 de marzo de 2011

Algunas cosas que me irritan

La verdad es que puestas a ser quisquillosas yo hago mi función de mujer mejor que nadie. Hay muchas cosas de la sociedad que no aguanto, y me irritan de tal manera que no me soporto ni yo misma:

-Las mujeres que no moderan su maquillaje (hay números de todos como churros en una churrería, si no tienes la piel naranja por qué insisten algunas en forzar la naturaleza?)

-Otras mujeres que nunca quitan las etiquetas naranjas de los zapatos (por favor, quitadlas)

-La gente que no mira cuando mantiene una conversación (se necesita una pequeña señal de que me escuchas cuando hablo porque si quisiera hablarle a la pared no necesitaría pronunciar palabras en alto)

-Los que mucho prometen para quedar bien con los demás pero poca cosa está en sus manos (mejor callar que aparentar)

-Que la gente se haga la lista y confunda una bolsa de viaje con una bolsa para cámara de televisión y te diga por toda la cara "qué suerte te vas de vacaciones" con tonos irónicos que irritan el oído (un poquito de callarse antes de hablar de más)

-Que haya poca comunicación entre jefe y trabajador, porque al final cuando pasa algo, no se le puede echar la culpa a nadie.

-La gente que siempre sonríe (no me creo tu rollo asique córtalo cuanto antes)

-Que suspendan demandas de empleo solo porque cursamos un curso (seguimos en el paro y eso debe saberse, le hace flaco favor a la verdad y a los desempleados no aparecer en una lista tan triste como esa.

-Trabajos donde te ofrecen única y exclusivamente el gran servicio de aprender y mejorar día a día montando bases de datos y comiendo mierda por el módico precio de... ah, ninguno.

-Que este país esté cambiando tanto, imponiendo muchas leyes de golpe que lo único que hacen es invitar a saltárselas (o crear problemas nuevos)

-Hombres que siguen jugando cartas sucias, sin distinguir a una mujer inteligente de una tonta, y denotando que para poca inteligencia la suya. (y muchas risas para mí y mis amigas)

lunes, 7 de marzo de 2011

Melodía y acordes


He escuchado música desde que estaba en la tripa de mi madre.
Ahí dentro se oía como si alguien gritase desde el otro lado del patio de la casa.
Captando la atención de todo el que pasaba hasta llegar a mis oídos.
Desde ese mismo día supe que la música podía comprar sueños.
Podía hacernos andar la calle con mayor precisión.
Mirar hacia adelante con el camino ya trazado, sin ayuda del esencial Google Maps.
En mi caso la música me ha acompañado para todo. La he utilizado para conseguir mis metas.
Para sorprenderme a mí misma y descubrirme.
Probablemente lo mejor que ha podido hacer el hombre es mezclar melodía y acordes.
Con instrumentos infinitos, combinaciones inimaginables.
Las teclas de un piano como pisadas de alguien que se acerca.
Los violines desesperados y estremecedores.
Un serio bajo sentando las bases de un macabro plan.
Una batería espabilando al más dormido.
Un simpático saxo recitando las lecciones del día.
Una guitarra insistente sobre la importancia de avanzar hacia adelante.
Un Oh desgarrador de un cantante que avisa que el espectáculo va a comenzar.
Y podría seguir.
La música es el resultado de la actitud y los sueños de quien la ejecuta.
Nuestros gustos forman parte de nuestro estado de ánimo y nuestras intenciones momentáneas.
Yo he andado calles abajo, lloviendo, nevando, con sol aterrador, con viento, con mosquitos en la cara, los pies doloridos, con un frapuccino en mano o una maleta.
Rock, funk, folk, blues, pop, country, cualquier estilo musical podía penetrarme en los huesos si estaba bien hecho.
Y como pocas palabras pueden expresar el cometido de la música y la importancia de la misma en nuestros sentidos, utilizaré un clásico como Beethoven, un artista que encontraba la composición muy simple, su objetivo último era unir sentimiento humano, obra de arte y mensaje humanista en una sola partitura.

Pueden estar seguros que quién busque esto al hacer música conseguirá que los que escuchemos, jamás podamos contradecirles.

Arriba la música.

Es un milagro.

lunes, 21 de febrero de 2011

Díganle al mundo

Díganle al mundo que me provoque una sonrisa.
Últimamente solo aprieto los dientes, frunzo el ceño y sollozo sin empeño.
Díganle que me estoy ahogando en cuatro paredes y el calor de la estufa.
Que le demuestre a mí rareza que vale aunque nadie se lo reconozca con dinero.
Que no ha perdido el tiempo leyendo aventuras.
Y que hay esperanza.
Porque ahora mezcla amargura con precaución, sosiego con nervios y sobre todo ya no sabe muy bien si tiene una función más allá del mero hecho de existir.
Y por favor díganle que nos informe, si la culpa es de una generación o de la ambición.
Porque mi generación está perdiendo su lucha y nisiquiera tiene banderas blancas.

sábado, 19 de febrero de 2011

Cibelinaje


La moda no deja de ser nunca un capricho para nuestros ojos. Un antojo esporádico de cambio, locura e ideas. Unos visten automaticamente, bien o mal, por su naturaleza ansiada pero otros son meticulosos, y nada es casual.

Un encaje, una flor, una volante. Todo parece estar ahí de manera natural y al mismo tiempo todo tiene su explicación.

Una explicación que hay que captar en cuestión de décimas de segundos. La esencia de la mujer y del hombre, la inspiración, las costuras, las telas, las caídas, los complementos. Hay que captarlo todo.

Yo iba con mis gafas blancas como un iceberg, absorviendo los detalles de los estilismos, de la pasarela, de todo lo que no se ve pero se capta y al mismo tiempo haciendo malabares con una cámara con un objetivo limitado, indignada por no encontrar el momento de comprarme la cámara que mi gusto por la visualización del mundo se merece.

Todo llegará. Mientras eso ocurra, siempre nos quedará la moda. En París, Madrid, o dondequiera que esté.

Foto: Ecuador del desfile de Roberto Verino. Cibeles Fashion Week Febrero 2011.

martes, 8 de febrero de 2011

Entre los dedos

Entre los dedos se resbala la pasión que no recuerdo.
Te conquistó mi palabra, que se entremetía entre tus ojos y tus pensamientos. Mi voz, fina y profunda te ofrecía cumplidos que con miedo guardabas en tu memoria, para no echar de menos los escalofríos de las sábanas heladas durante el duro invierno.
Es difícil adivinar lo que ocurre en la cabeza de alguien pero si me permites la intromisión y una personal versión, yo creo que el frío miedo te supera.
No soy una experta, pero presumo de una intuición desgarradora, que me hace pensar que el amor se resiente, se corrompe con prejuicios, y se abandona la buena costumbre del tan equívocamente valorado Te Quiero que yo no tengo el placer de escuchar.
Me encantaría volver a ver a los verdaderos magos o ilusionistas, que hacen creer en lo imposible, que dan esperanza donde hay truco, y donde la sorpresa se escurre en sus dedos, hasta el sombrero de copa donde siempre vuelve a aparecer, al finalizar el espectáculo con una amplia sonrisa.
Me encantaría creer que la magia existe.

lunes, 24 de enero de 2011

Crear una mujer


La mujer de mi cabeza es de apariencia frágil hasta que pronuncia una palabra. Camina con paso seguro sin mirar hacia abajo. Una mujer que recoge la esencia de los momentos en todas sus experiencias. Una mujer que aprende constantemente a hacer todo mejor de lo que ya lo hace. Trabajadora. Provocadora. Excitante.

Su pelo ondea con el viento, en sincronía. Puede llevar una falda, unos pantalones, un talle alto o toda la atención en las caderas. Ya no enseña apenas su escote. Eso ha pasado a las princesas del pueblo. Ella es urbana. Y sabe cómo pisar en las rejillas del metro en el suelo.

Se desvive por todo lo que hace y le da igual despeinarse. Le influyen todas las décadas de la moda, mezcla lo griego con lo oriental, lo femenino con lo andrógino, juega a los contrastes.

Es una chica funcional y básica, aunque en las ocasiones especiales pretende ser la más estrambótica. Profundiza su mirada y milloniza las pestañas. Su carmín es rojo, en muchas ocasiones igual que los zapatos.

Confundirá a la gente cuando vean que su calzado no respeta ninguna línea. Cuando vean que su actitud y versátilidad es mucha más de la que cabía esperar.

Le encanta que la miren y que debajo del pie de foto, todos coincidan, brilla tanto que eres incapaz de ver con claridad quién es realmente.

martes, 18 de enero de 2011

Andando hacia la muerte


Un día, se declara el fin del mundo. El desastre. Los días ya no se viven con libertad, las noches no se duermen profundas. Un día el mundo te arrebata todo. El primer día que ocurrió parecía un desastre con esperanza a ser controlado.
Hoy está llegando a un punto en que ni siquiera los vivos parecen ser normales. La demencia se pasea con los días, desesperada y sin control.

Los seres humanos resucitan en forma de zombies, pero se llevan todo lo que un día fueron. Y lo más sorprendente es que toda esa catástrofe resulta no servir para nada.
Cuando no queden humanos que puedan comer, se desesperarán y tendrán su segunda muerte anunciada, y el mundo quedará desierto, quejándose del cambio climático a nadie y recuperando sus pulmones, para vivir por fin en paz.
Quizá es un apocalipsis un poco fantástico, pero la realidad tiene un trasfondo muy parecido al mundo zombie.

Los hombres matan a hombres.
Y de manera más o menos valiente, todo el mundo espera para morir.