miércoles, 3 de marzo de 2010

Juegos de la infancia

Tardé bastante en tener un juego de mesa. Lo más parecido que me llegó relativamente temprano fue el Cocodrilo Sacamuelas, hasta que eso llegase, a mí ya me habían puesto aparato después de marear la perdiz un año en el dentista, intentando quitarme el hábito de chuparme el dedo.

Después de una etapa futbolera, como la guardameta más elástica del lugar, llegó la etapa tazo, que regalaban con los Chetos, y con la que nunca aprendí la técnica de dar la vuelta a las fichas. Diversos frikipandis atacaron mis nervios tan temprano, que ni siquiera intenté la versión de los monstruitos de plástico que me parecía que seguí la misma mecánica absurda.

Unos niños, el grupo de los marginados del colegio, traían de nuevo la cultura de las chapas, y la conservaban como tal, tan cerrada, que no quise meterme en medio.

En seguida llegó la actividad femenina de las hojitas de cambiar. Mi prima, con 16 años y la fiebre curada, me dejó el gran legado, incluyendo 50 mil pegatinas del para mí insulso Mark Owen. Y es que Take That a mí no me llegó. Yo era más de la era de los chicos de la calle de atrás. Pero buscando un término medio, me vino bien que Robbie Williams dejara Take That y se aventurase en solitario, para tener a alguien a quien admirar, dentro del monopolio de pegatinas que mi prima me dejó. Aunque tuve suerte, porque los N’ Sync también estaban de moda desde hace un año, y de ellos, mi prima también tenía pegatinas. Aunque duró poco, porque las Spice Girls aparecieron en escena, los bailes en el recreo, los viernes en mi gran terraza que echaré de menos.

Pero sabíamos repartir el tiempo, y entre pipas Tijuana en la calle Jorge Juan, también jugábamos a los ponys en casa de Raquel. Con ellos me dí cuenta de que mi pelo no era lo más difícil de peinar del mundo. Era lo segundo más difícil.

Me mudé. Y al nuevo barrio llegaron las peleas de espuma en invierno, y las guerras de globos de agua en verano. Llegó el Gusano, ese juego magistral donde en vez de correr detrás de una pelota, hay que huír de ella.

Mi creatividad llevó a organizar unos bolos humanos, con algún balonazo en la cara; una cabaña escondida, un pasaje del terror con audios de ese payaso malévolo de IT.

Pasé de jugar a las Barbies (liándolas con los Action Men) a diseñarles ropa con los bajos que sobraban de las cortinas de la casa. Nunca dejé de admirar los Polly Pockets, y me lamento por las nuevas generaciones, Polly ya nunca volverá a ser tan pequeñita.

Me compré el Línea Directa demasiado mayor, cuando aquellos chicos rubios de pelo tazón no me gustaban, cuando Ken pasó a ser el mejor amigo gay de Barbie, cuando prefería leer libros de Pesadillas. Ahora mis juegos han evolucionado salvo un detalle.

Me sigo chupando el dedo.
No se lo digan a mi dentista.

P.D: Gracias al señor Gram por la inspiración.

3 comentarios:

- dijo...

Madre mía, qué recuerdos!! Jajaja. La verdad es que ahora que lo leo, lo de las hojitas de cambiar era superñoño... Pero vamos, que yo era de las que tenía una carpeta exclusivamente para ello, con zona especial para las que venían con su sobre a juego, que valían más jeje.

En los juegos de mesa yo recuerdo con especial cariño el parchís/oca y los juegos reunidos. ¡Qué cantidad de horas les habré dedicado! En verano, cuando me iba a ese retiro espiritual en el que desaparecía durante meses, mi familia y yo apostabamos al parchís a quien ñe tocaría bajar la basura... Y así pasaba, que nos daban las mil y la basura sin sacar jeje.

Me ha gustado el post. Por un momento me has transportado muy muy atrás (las cosas como son ¡cómo pasa el tiempo de rápido!).

Ah, y por cierto, ese pony yo no lo tuve de pequeña pero... ¿¿existe de verdad?? ¡me encanta!

Barbara dijo...

Abuelaaa!
Este no es un pony cualquiera eh, esta debe ser la novia de Wolverine vestida de gótica, increíble! jejeje Pues he visto otro que es Jonny Deep en Sweeney Todd.
Vamos a reclamarle al creador de Mi pequeño Pony, que nos malinfluenció con los tonos pastel!

Me alegro que te haya gustado ;) Gracias por leerme.

Ange dijo...

Jajaja yo jugue a los tazos, a la goma, a los gogos, nunca fui capaz de bailar bien la peonza y el yoyo siempre se enganchaba.

Jugue a las barbies en el recreo, a hacer pontingues con crema y tiza de colores, fui Mel B de las Spice y mande video a la SuperPop. Me confiscaron una vale en el cole y hacia pases de modelos con Vero en la playa.

Tuve Ponys y Dulcelinas, y juge con PolyPoket...

Pipas hasta la hora de cenar sentados en la piscina de Beni y corriendo a comer helados y jugar al futbol!

Gran Post!!