Hoy es el Día de la Violencia contra la mujer. Todo empieza en la psicología, en lo denigrante de que alguien no sea capaz de decir por qué está contigo si te trata mal.
La respuesta puede ser que lo que le gusta, es precisamente eso.
Todo empezó cuando conoció a mis
amigas.
Dijo que no tenían nada que ver
conmigo.
Eso me alejó de ellas.
Pero yo tampoco resulté ser válida.
No hacía bien mi trabajo.
Eso me decía el. Y eso que no me veía
trabajar, que es lo más curioso.
Cada día era un examen por no fallar.
Un día le pregunté qué le gustaba de
mi.
Se hizo el silencio.
Lo que le gustaba era torturarme.
La siguiente cosa que recuerdo fue
preguntarme donde estaba.
Con quién.
Por qué tardaba tanto.
Cuándo vas a volver.
No me hagas esperar.
No vayas al ensayo.
Después vinieron las preguntas.
¿Por qué comes esa mierda?
¿Por qué cantas en ese grupo?
Un poco más tarde llegaron las
afirmaciones.
No tienes ni idea.
No pongas esa cara como si te estuviera
diciendo algo.
No montes una escena.
No compres eso.
Se me ocurrió tomar algunas
decisiones, como la de no invitarle a un cumpleaños donde iban a
estar todas esas personas que él rechazaba llamada mis amigos.
Ahí llegaron los gritos, los golpes al
sofá, me acorraló en un armario y su puño me pasó por la sien,
haciendo un agujero en la puerta.
Después de mucho caos en la cabeza, de
haber perdido completamente mi autoestima, de haberme secado de tanto
llorar, y de no saber por qué me pasaba todo esto, llegué a una
conclusión.
No quiero esto en mi vida. Y en esa
moraleja, empecé a recuperar lo que ese tío me quitó.
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