domingo, 10 de junio de 2012

Un relato intenso

Sus rodillas soleadas emergieron en la penumbra, temblorosas, cubiertas de una fina película de sudor y de pasmo: ha visto su hermosa y rebelde cabeza inclinada fervorosamente, buceando en tinieblas, hasta posar la frente en una piel abrasada ya no por el estúpido sol de las playas patrimoniales, sino por el deseo. Para él, en cambio, recorrer con los labios aquel joven cuerpo bronceado, aprenderlo de memoria con los ojos cerrados, significaba además sentir el gusto de la sal en la boca, violar el impenetrable secreto de un sol desconocido, de una colección de cromos rutilantes y luminosos nunca pegados al álbum de la vida.

                                                     pag. 54/55 "Últimas tardes con Teresa" de Juan Marsé

1 comentario:

david dijo...

Un pasaje sugerente, de los muchos que hay en el libro. Me gusta mucho el estilo de Marsé en la novela, que es muy evocador sin ser rebuscado ni pretencioso. Y todo ello, para un libro que se queda en la cabeza después de ser leído, que deja poso