domingo, 12 de julio de 2009

El fuego tierno


Provocando el fuego que la lluvia de junio, o el aire, o debo decir el tiempo, apaga poco a poco a regañadientes, arrastrando los pies sobre el suelo porque no quiere irse.
Muchas veces me he enfadado y muchas veces he suspirado mientras tu silencio me ardía por el fuego que provocabas o eras. Siempre dudé de su intensidad, pero en realidad intentaba no quemarme demasiado. Solo el pan me gusta bien hecho.
Todo lo hicimos y poco nos dijimos. No hacía falta o no debíamos saberlo.
Detrás de las llamas la cara me abrasa, cuando te miro y tu no me abrazas. Porque ya no puedo revolverme en tu cama, coger tu mano, enredarme en tus piernas, y rozar con mi aliento tus labios, manteniendo la mirada.
En la vida no me falta de nada. Ni siquiera el pequeño sufrimiento de arderme en tu fuego desde lejos, mientras te echo de menos y el calor lejano que grita de lejos.

1 comentario:

Ange dijo...

Si, pero el calor de esas llamas es lo que nos va alimentando poquito a poco, no te quemes, pero no te conviertas en témpano pequeña