Con Hamilton Bohanon de fondo, todo es más funky, todo recuerda al baile que no puedes ejecutar ahora porque la gripe, el resfriado y los ojos llorosos lo impiden. La fiebre pasó, ahora sólo me siento como no soy: débil.
Me salvan los sueños y los proyectos que crecen entre las paredes de la habitación cuando estoy sola, cuando la carencia de algunas personas no me estorban a la hora de soñar.
Con todos mis defectos, se alzan mis virtudes. Ahora tengo muchos valores a flor de piel, ahora nada es tan importante sino la gente que realmente quieres a tu lado.
Y ya pueden decir misa aquellos que intentan juzgarte con la falta de información. Aunque te cabreen, aunque desees decirle todo lo que piensas con la seguridad de no equivocarte, no merece la pena tener una batalla de la que sabes vas a ganar.
Al vencedor se le odia por ser vencedor.
Yo ya he ganado. No necesito más. Podría irme de aquí ya mismo. Empecé de cero, y ahora en madrid continuaré mi vida con la nueva persona que soy. Con la mejor persona que soy. Perdida y encontrada al mismo tiempo.
Tengo a los míos. A los que ahora, y solo ahora sé que son los míos. Y los cuido.
Porque algo no ha cmabiado. Tengo unos valores. Y con ellos voy a ir todo lo lejos que haga falta. Si a quien quiero está bien. Yo estoy bien.
Y los demás, carentes de todo ese sentimiento, no los quiero para nada.
Solo me contaminan. Hace tiempo que dejé de enmarronarme con tonterias.
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