Después de la información,
lo que nos hará menos libres es que nos quiten la música. Porque la información
es para conocer y la música para sentir. De todas las formas de expresión, la música
ya es la hermana mayor del impulso y la locura.
Ayer estuve en un festival,
Enclave de Agua, o vamos a ser más concretos: una reunión de amigos. Grupos de
la escena funk, soul de Madrid, de España. Profesionales como la copa de un
pino, apasionados, expresivos y potentes a rabiar.
Un escaparate a la vida. Golpes
de sonidos y de voz que sacaban lo mejor de los asistentes. Lo que ayer ocurrió
en Shoko apenas puedo describirlo con palabras. Tendrías que entenderme a mí, y
luego entenderíais lo que me pasa. Voces, coros, teclado,
guitarras, bajos, ese bombo que se mete dentro del cuerpo, armonías, gritos de
guerra, e himnos.
A la música es lo que le
pasa justo después de ser música: que se convierte en himno. Y un himno siempre
tiene la identidad de un grupo gigante de personas.
Que no me apaguen la radio,
porque necesito conocer.
Y que no me apaguen la
música, que necesito sentir.
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