martes, 11 de marzo de 2014

El jueves 11 de marzo de 2004



Recuerdo que era jueves, fui a clase porque teníamos un examen de recuperación de historia, me lo ha recordado mi amiga Maria Anna, porque de ese día solo recordaba buscar desesperadamente una radio y escuchar qué estaba pasando, y por qué no llegaban a tiempo algunos compañeros a clase. Días después, yo tenía 17 años, cuando escribí esto.


“A partir de un jueves, nadie habla en los vagones. Solo hay un silencio que no para de gritar ahogado por la impotencia que siente, la rabia que le ha inundado, la desesperación en que ahora está sumergido.

La gente no puede llorar porque tiene miedo, las lágrimas empañan su visión, y ahora no hacen más que mirar a todo individuo con mochila en el tren. No hay tiempo para llorar mientras corres peligro.

Ya nadie tiene nada que contar porque lo único de lo que se habla estos días, es ahora tabú en la RENFE.

Nadie se atreve a seguir con su vida, porque mucha gente ahora tiene una totalmente distinta y algunos incluso sin estar en el tren, se la han arrebatado.

No saben describir lo que pasó ni cómo pasó. Solo saben que se acuestan y viven un atentado continuo, recuerdan personas, recuerdan un escenario ensangrentado por la incomprensión. Recuerdan el dolor perplejo que sienten e ignoran todavía un por qué.

No hay porqués al igual que no hay suficiente castigo en el mundo para quienes con su deshumanización provocaron esto. La gente no puede centrar su odio en ellos porque solo sienten el pasado amor que tenían por quienes ya no están entre ellos.

El silencio es vigilante, es desconfiado, es miedica, y es provocado.
El silencio ha hablado en lar urnas pero muchos no saben lo que decía.”


miércoles, 5 de marzo de 2014

Renglones de palabras

He leído recientemente un libro que mucha gente me ha dicho que es decepcionante. A mí no me lo ha parecido. Sobre todo porque he sacado algunas cosas importantes de él. Al fin y al cabo, si la historia no nos gusta, siempre hay alguna frase de escritor motivado de la que apropiarse y sobre la que reflexionar. Estos son algunos ejemplos sobre "El Caso de Harry Quebert".


Eso. Violencia. Pero es cierto, en sentido figurado, a veces hace falta un golpe de efecto. Las palabras deberían ser suficientes, pero como existe gente que ni las usa, ni les da la importancia que tienen, pues habrá que tener en cuenta la expresión no verbal.


Quien da el golpe se arriesga a que se lo devuelvan, pero podría salir victorioso. El caso es que si en esta vida no nos movemos, no somos más importantes que Mahoma, de modo que ninguna montaña va a venir a hacernos el favor. Quien arriesga gana. Haz la prueba.


Claro, todos usamos las mismas palabras, pero depende de a quién se las digas, cómo las digas, y el momento, su significado podría engordar. Un te quiero lo dice todo el mundo. Quizá puedas darle un sentido particular, que no sea el que usa el  mundo actualmente.


La enfermedad, el desamor, la tontería, o las malas pasadas, pueden ser temporales, solo hay que saberlo, y dejarse llevar por la música. Porque el libro ya lo he terminado.