martes, 30 de junio de 2009

De niña a otro nivel



Me veo fea con ganas pero siempre he tenido algo que enganchaba. He sido muy pava.
Como todas las niñas:
Me gustaban los Backstreet boys, aunque Kevin en concreto, y no Nick Carter.
Bailaba las Spice y las dos Melanies eran mis elegidas,
intercambiaba hojas con olor a flores,
me montaba las escenas más romanticas con Barbie y Action Man porque Ken me parecía el mejor amigo gay.
Intentaba figuras imposibles con Lego.
Playmobil eran mis favoritos.
Bailé con 5 años Smooth Criminal al completo en el salón de mi casa.
Empecé a depilarme cuando un chico de mi clase me dijo en sexto de primaria que le daba asco.
Grababa programas de radio yo sola, y solo decía chorradas.
Le dí una calada al cigarro de mi madre en el baño y casi me asfixio yo sola entre el humo.
Me gustó un chico en vacaciones y nunca se lo dije.
Comía pipas en la puerta del colegio los viernes por la tarde con Maria Anna.
Lloraba al peinarme el pelo de los tirones.
Perdí dos cámaras fotográficas y un móvil en toda mi vida.
Perdí unas bragas rojas en Venecia, una sudadera Nike en Dublín, un pañuelo negro en Pisa.
Era chica Polly Pocket.
De mayor quería ser escritora.
Y desde luego hay cosas que nunca cambian.

lunes, 29 de junio de 2009

Solo una ola


He abandonado el mar sin olas, encerrado entre montañas.
Me he metido entre la tierra vestida de asfalto.
He dejado atrás miradas furtivas, sonrisas relajadas y preguntas atrevidas.
Ahora, con mi mejor sonrisa, quisiera poder continuar lo que empecé. Menos temeridad. Por dentro, en el mar o en la tierra, siento que soy una corriente, un huracán. Asusto.
En el mar, el miedo de ahogarse nos hacía valientes. En la tierra buscan aún algo a lo que temer. Muchas veces me buscan a mí.
Una amiga mía siempre dice que ya le da igual todo.
Es mentira.
A mí no me da igual tampoco. En el mar nos besamos. Y sí me importa si no nos besamos en la tierra. El destino es un vago. Y sí me importa tener que dejarle el trabajo a un vago.
En el mar era más valiente porque me podía esconder entre montañas.
En la tierra me encontrarían al entrar en los edificios.
Yo no me escondo demasiado. Miento y digo que me da igual todo, pero quiero creer que el mar no es tan poderoso.
Yo no quiero utilizar al mar para refrescarme y después que no pase nada. Soy parte de sus olas. Una ola enviada a la tierra.
Una ola de calor azota Madrid. Ha vuelto desde muy lejos.
Vaya.
Igual que yo.

domingo, 28 de junio de 2009

I'm not gonna spend my life being a colour

No importa si eres blanco o negro, pero aunque insististe en el blanco, ahora todos vamos de negro.
Genio.

miércoles, 24 de junio de 2009

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Se acaba la vida en Bergen, comienza una en Madrid.

jueves, 18 de junio de 2009

Despeja el cristal


Me dijo que la gente empezaba a odiarle. Y quería irse, de nuevo. Si cambias de lugar contantemente te renuevas, me dijo. Si cambias de lugar constantemente te vuelves loco, le contesté. Sea lo que sea ya no hay nada que hacer aquí. Mi mente peleaba por decirle la verdad. Hay mucho que hacer, pero no tienes con quien.
Cambiar no va a resolver tu problema.
Qué es lo que le pasa a la gente, se pregunta. A la gente le pasa que no te soporta. Y no hay tanta diferencia entre la gente de un país u otro cuando se trata de soportar la estupidez.
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He told me people was starting to hate him. And he wanted to go, again. If you constantly change the place you get renew, he told me. If you constantly change the place you drive yourself crazy, I answer. Whatever, there is nothing to do here anymore. My mind was fighting to tell him the truth. There are a lot of things to do here, but you don't have anyone to make them.
Change is not going to fix your problem.
What's the matter with the people? he asks himself. People's matter is they don't like you. And there isn't a big difference between people from one country or another when is about last stupidity.

martes, 16 de junio de 2009

Explotar el arte


Intentamos explotar el arte salga de donde salga. Con rabia. Con furia. Los demás no nos dejan expresarnos. No tienen tiempo para escuchar. O no tiene tiempo uno mismo para preguntarse si lo entenderán, y si no será un loco de pelo despeinado y expresión contrariada.
Hacemos arte para sacar todo aquello que nos molesta decir sin entenderse. De alguna manera, en el arte tenemos la excusa para ser valorados sin ser comprendidos.
Alguien que sea listo, o loco, sabrá que es una tapadera, para controlar nuestras idas y venidas, para acercarnos al mundo real pudiendo disfrutar plenamente y sin dejarse llevar por el excesivo clima interior que nos crea el mundo.
Detrás de estas líneas puedo parecer una artista.
Detrás de la cámara puedo parecer una artista.
Detrás de mi teatro puedo parecer una artista.

Pero en realidad lo que yo creo es precisamente lo que la gente sustituye: una loca de pelo despeinado y expresión contrariada, porque se le quedan muchas cosas por decir.

sábado, 13 de junio de 2009

Arriba en el precipicio


Ahí arriba, en el precipicio, el viento dio una tregua. Nos perdonaba porque el sol nos había traicionado. Las rocas parecían aferrarse a nosotros y no al contrario. Ahí arriba, mirando al vacío, los miedos se resbalaban y precipitaban hacia abajo. Se fundirían con la melodía lejana de un barco, que rompía la monotonía del agua turquesa.
Jamas había visto nada igual. Los colores grises, verdes, azules y marrones en armonía. Me hicieron imaginarme que quizá aquello tendría más encanto que el sol.
Así que señor sol, no nos fastidiaste del todo. La lluvia era delicada, nos acariciaba y refrescaba en las subidas, aunque nos lastimó un poco en las bajadas. Arriesgamos nuestras vidas solo lo justo para engañar a la montaña. Ella llevaba hora y media subiendo y bajando, sin tener la certeza de cuándo llegaríamos a la cima.
Pero lo conseguimos, como todo en la vida, finalmente lo pactado se cumple. Lo premeditamos solo un poco, abiertos a los imprevistos, a las pocas horas de sueño por las muchas horas de luz. Un viaje de extremos.
Como de extremos iba la cosa, tuvimos que hacernos sus amigos, y estar cerca de ellos. Pusimos sal a la piel, ácido a nuestros paladares y picante a nuestras almas. Y el resultado fue magnifico. Quizá se hace inolvidable cuando pasan estas cosas de vez en cuando.
Allí arriba, en el precipicio, las grietas nos sonreían, y nos recomendaban olvidar quienes éramos y que sería lo siguiente que haríamos, porque a ellas si que les da igual eso. Solo reclaman un poco de atención.
Y nosotros tuvimos los ojos bien abiertos, demasiado ocupados como para pensar.
Ahí arriba, en el precipicio, por un segundo crees que te cambia la vida. Bajas con un espíritu nuevo, pero el mismo alma.
Porque allí, durante dos horas, la vista es panóramica, y tienes el mundo a tus pies, allí arriba, en el precipicio.

viernes, 12 de junio de 2009

Lenguaje


Soy una mujer que intenta hablar como un hombre. Quiero escribir exactamente lo que diría él ahora al verme pasar. Lo que seguiría diciendo una vez que me haya ido. Quiero crearme expectativas tan solo haciendo que soy él por un día, y que experimenta sensaciones casi tanto como yo.
Sin embargo me resulta complicado porque no puedo figurarme lo que podrá estar pensando. Es el hombre de la no expresión en la cara. No hay fogosidad, no hay gemidos, no hay miradas especiales. No siento nada de su parte. Así que no sé realmente si le gusto, le vuelvo loco, si estoy guapa hoy, o deslumbrante mañana. Nunca me ha dicho nada.
Sólo me invita a dormir en su cama, me agarra fuerte, me acaricia. Pero yo tengo que pedir sus besos, yo me abrazo a él cuando estamos de pie, yo le pido la mano.
No puedo escribir como si fuera él porque él no habla como yo lo hago. Él no escribe. Lo suyo son los números, no las palabras.
Sé que si me rindo y me desespero, cuando finalmente no logre sacar nada de sus palabras, él reaccionará casi mal para decirme que lleva todo el tiempo pensando en mí, pero que no se le da bien aceptarlo.
Quizá eso es el comienzo de mi error queriendo hablar como un hombre en el texto. Él no escribiría nada, no hablaría de ello, ni siquiera para sí mismo, porque los sentimientos no entraban en los exámenes de matemáticas.
Asi que ¿cómo iba yo a hablar como un hombre que no dice absolutamente nada?

sábado, 6 de junio de 2009

Dandi


No voy a dejar de hablarle sólo porque no me esté escuchando. Me gusta escucharme a mí mismo. Es uno de mis mayores placeres. A menudo mantengo largas conversaciones conmigo mismo, y soy tan inteligente que a veces no entiendo ni una palabra de lo que digo.