Me pregunto si tu piel seguirá oliendo igual cuando deje de inspirar con los ojos cerrados. Igual un día ya no huele igual. O deja de oler. Hace tiempo que no me llegan las yemas de los dedos para tocarla. O quizá tú estás más lejos. Me conformo con el aire y el dibujo que consigo cuando miro hacia donde solías estar tú. Me pregunto eso y si sabré vivir de una manera diferente a como la tenía planeada.
Hoy siento el aire cuando camino. Antes me protegías de él. Mi mano no necesitaba los guantes que me compré anteayer. Y mi corazón no estaba haciendo tantas salidas nocturnas a la puerta de tu casa. He insistido mucho en que olvide y sepa quererte en la distancia, pero ¿qué poder tengo yo sobre lo que me da la vida a mí?
Ahora parece que el cielo se cae cada vez que salgo del trabajo, como otro día de fracaso, por no saber estar bien, o por no saber volver al punto de inicio donde estaba cuando aún no te conocía. Las gotas de lluvia mojan con mal humor, se pegan al cristal de las gafas, y pretenden que cambie de opinión.
Que tú no eres nadie. Que no me quieres y que no te preocupas por lo que pueda pasarme. Que el olor no es nada, si no puedo tocarte.
1 comentario:
Bonito post, Bab!
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